Maite Paramio, vicepresidenta de la AMIT, insiste en que reconocer los logros de las científicas que fueron sepultadas por la historia es justicia social

La brecha de género en la carrera científica sigue siendo evidente, a pesar de todos los esfuerzos y los cambios sociales que se han producido en las últimas décadas. Ángela Ruiz Robles, Dorothy Crowfoot o Mary Leaky, ¿les suenan? En cambio, Einstein, Schrödinger o Fleming están en el panteón de la historia. Las consecuencias de la falta de referentes femeninos puede entreverse en que, por ejemplo, en 2019, tan solo un 28,3 % de mujeres se matricularon en los grados STEM (las siglas en inglés de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas).

Así surge la campaña #NoMoreMatildas. Maite Paramio, vicepresidenta de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT), cuenta cómo se fraguó esta iniciativa que se ha viralizado en redes con el objetivo de, en primera instancia, aumentar el porcentaje de representación de mujeres en los materiales educativos, que ahora mismo es de un 7,5% en la ESO según los datos recopilados por la asociación, y, sobre todo, promulgar una igualdad real en el campo de las ciencias.

¿Cómo surge la campaña #NoMoreMatildas?

Uno de los objetivos de la AMIT desde hace 20 años es la visualización de la mujer científica. Lo que pasa es que nuestros modestos recursos no llegaban tanto a los medios sociales. Pero, hace un mes, la agencia de publicidad Kamestudio y la agencia literaria Dos Passos nos propusieron diseñar la campaña desde el punto de vista técnico y nosotras lo corregíamos desde el ámbito científico, que además obtuvo el apoyo de la Oficina del Parlamento Europeo en España. Gracias a la acción conjunta se ha visualizado, aunque insisto, lo llevamos haciendo desde hace dos décadas de una forma tan modesta que nadie se había enterado.

¿Cómo ha sido la involucración desde las redes?

Ha tenido un impacto enorme, se ha involucrado muchísima gente, nos han llamado, y como uno de los objetivos era que este material llegara a los colegios para activar las vocaciones en las niñas para la ciencia y la tecnología, estábamos muy contentas ya que, de alguna manera, ha llegado a estas aulas.

Justamente el 11 de febrero es el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, ¿por qué es importante que se hable del efecto Matilda?

Lo llevamos celebrando desde hace varios años, por ejemplo, en Cataluña hacíamos charlas en los colegios, y uno de los grandes temas pendientes es que los libros de texto reflejaran la contribución científica que hicieron las mujeres. Fueron muy importantes como productoras científicas y, sin embargo, nadie las conoce, excepto a Marie Curie, porque están invisibilizadas. A esto le llamamos el efecto Matilda. Lo que pretendemos con este 11F es que desde el Ministerio incorporen a estas mujeres, y así las niñas tengan la percepción de que la ciencia es una profesión también para ellas con el fin de que se incorporen al campo de la tecnología con todas las capacidades que evidentemente tienen.

¿Qué consecuencias tiene el efecto Matilda en la sociedad?

Primero, por justicia social, porque mujer que ha trabajado y ha tenido contribuciones importantes ha de ser visualizada en la misma medida que los hombres, entonces, estas mujeres que han sido olvidadas es el momento de que se las visualice. Ese es el objetivo número uno, por justicia. En cuanto al segundo, porque si las niñas no tienen modelos de científicas, con una vida plena e importante socialmente, es mucho más difícil que quieran serlo, así que queremos que existan estos modelos. Y en tercer lugar, pensamos que la ciencia en el futuro será imprescindible: tenemos un montón de problemas que hay que resolver, desde el cambio climático hasta la producción de alimentos o las pandemias o las enfermedades emergentes, por lo que cuantos más cerebros, entre mujeres y hombres, estén trabajando en estos temas, más fácil será de resolver. Por lo que queremos que la mitad de los cerebros de la humanidad aporten todo su potencial intelectual, lo cual será bueno para la sociedad.

¿Cuáles son los pasos futuros de esta campaña?

Las instituciones habrán de incorporar a estas mujeres en los libros de texto, las cuales tuvieron su importancia para que así las niñas y los niños las estudien y así enriquezcan sus conocimientos. Nosotras somos un grupo de mujeres que trabaja en la ciencia haciendo activismo que quiere que las instituciones, la sociedad, y tanto los organismos públicos como privados, se empapen de que hay un problema que consiste en que las mujeres no se desarrollan ni se las visualizan de la misma manera que a los hombres.

¿Cree que la pandemia puede provocar retrocesos?

La pandemia está provocando pasos hacia atrás. La crisis del coronavirus, como todos los sucesos dramáticos socialmente, afectan a las capas más vulnerables y, entre ellas, están las mujeres. Les afecta muchísimo, incluso a niveles de productividad, porque quedarnos en casa significa tener el doble trabajo de hacer tu labor y, además, cuidar tu casa con todo lo que conlleva. Se están haciendo estudios basados en cómo la pandemia y el teletrabajo han bajado la productividad con relación a publicaciones de las mujeres científicas, y supongo que en todos los sectores será por el estilo.

Hablando de productividad, hay que recordar que ustedes han hecho desde la AMIT una base de datos con mujeres científicas, entonces, esta es una herramienta más que se podría añadir a la campaña de #NoMoreMatildas.

La Base de Datos de Mujeres Científicas, hecha en su momento con el apoyo de Antena3, es el reflejo de que existen conferencias, comités, donde la mayoría son hombres. Lo que te contestan siempre es que no existe profesionales femeninos para estos temas, o lo mismo pasa con los periodistas que entrevistan a los mismos. Lo que queremos con esta base de datos, donde hay casi 3.000 mujeres de distintas temáticas científicas, es darles esta información.

Hay estudios que auguran que la igualdad real y efectiva entre mujeres y hombres no se alcanzará hasta dentro de dos siglos, ¿con estas pequeñas acciones cree que se podría acelerar el proceso o es una utopía?

No conozco esos estudios [risas]. Pero, lo que sí sabemos todas, todas, es que no habrá un avance si nosotras no nos implicamos para presionar que se haga. Por sí solo no se va a hacer, así que dependerá en gran parte de nuestro activismo y de nuestra capacidad de convencer a la sociedad de que lo que queremos no es cambiar a hombres por mujeres y viceversa, sino que queremos una sociedad justa, igualitaria y plural.

¿Qué le diría a ese sector de la sociedad que se molesta si insistimos en repetir el discurso de la igualdad?

Mi teoría como científica es que hay que dar números. Todo el mundo empieza haciendo referencia a su amiga, su madre, su padre… No, no queremos hablar de amigos, madres y padres. Aquí hay unos números clarísimos acerca de cuáles son los líderes sociales, con un porcentaje de hombres y mujeres a todos los niveles, desde las ONG hasta el Banco Central. Y con estos datos está clarísimo que, si todos sabemos que somos igual de inteligentes y que el talento está muy bien distribuido, pero si solo hay un sexo, el masculino, está dominando la toma de decisiones importantes, algo tiene que pasar. Por tanto, es una cuestión de sensibilidad y de equilibrio para una sociedad mejor.

¿A usted quién la inspiró para ser científica?

Esto es muy importante. Las carreras científicas o las apetencias profesionales para un futuro se desarrollan a edades muy tempranas. Por eso es importantísimo que haya buenas profesoras y profesores que estimulen el amor a la ciencia, al igual que a la literatura. En mi caso, con 11 años, fue un profesor amante de la naturaleza quien me inspiró, y en cuanto a mi sensibilidad hacia los problemas de género era evidente que había una brecha aún mayor en mi época. Eso era tan injusto y evidente que alguien tenía que hacer algo. Yo estudiaba entonces Veterinaria, donde solo éramos un 6% de mujeres, mientras que ahora somos el 80%, y teníamos que soportar las bromas groseras, la cosificación de las mujeres, el cuerpo, de las formas en que te juzgaban, los criterios de evaluación que había sobre nosotras que nunca eran los más intelectuales… Una cosa terrorífica. Hemos mejorado en España, evidentemente, no cabe ninguna duda.

¿Qué les diría a las futuras generaciones de niñas?

Les diría que, sobre todo, elijan lo que ellas quieran independientemente de los cánones sociales, porque no existen las “cosas de chicos y chicas”. Luego, que trabajar en una profesión que te gusta es impagable puesto que vas a pasar muchas horas de tu vida en ella, y si no te estimula o guste o anime, hasta la parte de tu vida personal será más pobre. Por lo que la profesión laboral es importantísima para que todo lo demás funcione con cierta felicidad. 

Acerca de la autora

Carla Rivero
Carla Rivero

Periodista. Colaborando por El Salto Andalucía y Tripticum, y poniendo voz en #Pioneras de Candelaria Radio. ¿Un verso?: "Algún día seré todas las cosas que amo".